domingo, 15 de agosto de 2010

El Accidente

Unos golpes a la puerta alteraron al ya nervioso joven. Se levantó. Lentamente abrió la puerta. “¡Buenas noches oficiales! ¿En qué puedo ayudarles?” La voz ronca y temblorosa delataba el estado de inquietud en que se encontraba. “Buenas noches señor…” “¡Agüero!” “Señor Agüero, soy el oficial Ferreira y mi compañero es el suboficial Benítez”.

“Estamos investigando un accidente. Ocurrió hace un par de horas”. “Entiendo señor oficial, pero ¿qué tiene ver todo eso conmigo?” “Pues, sucede que cuando interrogamos a unos de los testigos del accidente, esta persona nos dijo que el vehículo que ocasionó dicho accidente y la muerte de la anciana, fue una camioneta de color azul, similar al de usted”. “¿Insinúa usted que fui yo quién ocasionó ese accidente?”

“Mire señor Agüero, tenemos testigos que dicen haber visto un vehículo similar al que usted posee...” “¡Pero deben de haber… deben de haber centenares de vehículos similares al que yo poseo, señor oficial!” “Tiene razón señor. Sin embargo, pudimos observar su vehículo estacionado allí afuera; déjeme decirle que tiene unas marcas que lo incriminan muy seriamente señor Agüero”. “¡Esas marcas me la hicieron la semana pasada!”

En ese momento el suboficial Benítez, quién había permanecido callado hasta ese momento, aconsejó, al cada vez más nervioso y alterado señor Agüero, que reservara sus explicaciones para el momento de su declaración frente al fiscal, lo que motivó que el señor Agüero agrediera verbalmente a los oficiales.

“Por favor señor, solo queremos que nos acompañe a la delegación y nos responda algunas preguntas”. “¡Yo no iré! De ninguna manera, yo de aquí no me moveré”. El oficial Ferreira intentó tomarlo del brazo sin éxito. El fallido intento provocó que sucediera lo que el oficial Ferreira y su compañero jamás se hubieran imaginado.

Durante un segundo de descuido por parte del suboficial Benítez, el señor Agüero intentó tomar el arma que este traía en la cintura. Esto a su vez generó un forcejeo que duró unos segundos. Los mismos parecían eternos a los ojos del oficial Ferreira, quién era un mero espectador de lo que ocurría en ese entonces.

Toda la tensión que se generó fue rota bruscamente por un estruendo. El arma se disparó. El oficial Ferreira observaba aterrado el cuerpo ensangrentado y al parecer sin vida del señor Agüero. Poco a poco fue acercándose y pudo constatar que, efectivamente, el cuerpo tendido en el piso se encontraba ya sin vida.

“¡Esta muerto!” “Pero tú viste que fue un accidente. Él intentó arrebatarme el arma. Yo solo trate de detenerlo”. “Sí, no tienes que decírmelo, claro que lo vi todo. Ven, vayamos al auto, luego llamaremos a la estación para que envíen una ambulancia”.

“Y… ¡corte! Muy bien muchachos, ¡la toma fue excelente!” La habitación ahora se lleno de aplausos. “¡Excelente! ¡Excelente! La toma no pudo haber sido mejor”.

Luego de la algarabía, el grupo de actores y camarógrafos fue abandonando la habitación.
Ya se preparaban para la siguiente toma de la película que se encontraban filmando.




FIN